Hoy me he masturbado con la imagen de esta foto. Su mirada, sus labios, su expresión de saberse dueña del momento. Esta mujer respira sensualidad, sexo, lujuria.
En mi fantasía, ella jugaba con las fresas y antes de metérselas a la boca, las pasaba delicadamente por mi coño. Recorría mis labios, mi clítoris, las mojaba con mis fluidos para luego morderlas, una a una, muy despacio.
Yo me encontraba tan excitada que varios orgasmos sobrevenían. No había roce de ningún otro tipo, sólo las fresas. Sentía que su mirada me descosía, me penetraba. Temblaba de deseo al verla humedecer sus labios con mis jugos, llenarlos de mi esencia, de mi sabor.
Me gusta jugar así. Fresas, frutas y dulces, comidos desde mi coño. Me encanta que mi novio sumiso pase una tarde entera devorándome las entrañas. A esas tardes las llamamos tardes de fresas…
En mi fantasía, ella jugaba con las fresas y antes de metérselas a la boca, las pasaba delicadamente por mi coño. Recorría mis labios, mi clítoris, las mojaba con mis fluidos para luego morderlas, una a una, muy despacio.
Yo me encontraba tan excitada que varios orgasmos sobrevenían. No había roce de ningún otro tipo, sólo las fresas. Sentía que su mirada me descosía, me penetraba. Temblaba de deseo al verla humedecer sus labios con mis jugos, llenarlos de mi esencia, de mi sabor.
Me gusta jugar así. Fresas, frutas y dulces, comidos desde mi coño. Me encanta que mi novio sumiso pase una tarde entera devorándome las entrañas. A esas tardes las llamamos tardes de fresas…
VERSIÓN MASCULINA: escrita por Paul
La foto que pueden observar y admirar al mismo tiempo, es la imagen de mi Ama en plena tarea de comerse una fresa madura, tan deliciosa como sus labios golosos.
La expresión de su mirada profunda y el fulgor de sus ojos que dominan el entorno, también deja entrever su firme sensualidad y lujuria evidente, además de una cierta cuota de perversidad. Es obvio que su mente no solo está concentrada en el jugo exquisito que corre por sus labios … también lo está en su fantasía y la forma que empleará para hacerla realidad.
Lentamente, sin apuro alguno, arranca pequeños trozos del fruto y los paladea con fruición, mientras tanto la contemplo embebido en su belleza y seducción. A continuación, procede a deslizar lo que resta hasta el lugar en el cual se encuentra mi altar de adoración, donde después de empaparlo generosamente en sus fluidos lo trae a mis labios, que excitados capturan esa esencia divina que mi boca devora con singular avidez.
Mientras entrega la dádiva de su fuente prodigiosa, como invasión incontenible y deseada al mismo tiempo, el ciclo se repite una y otra vez, incluyendo sus comentarios mordaces, que pese a humillarme, me encienden cada vez más y anticipan mi entrega inexorable, que muy pronto vendrá hacia mi con toda la exigencia de placer por parte de la diva.
La foto que pueden observar y admirar al mismo tiempo, es la imagen de mi Ama en plena tarea de comerse una fresa madura, tan deliciosa como sus labios golosos.
La expresión de su mirada profunda y el fulgor de sus ojos que dominan el entorno, también deja entrever su firme sensualidad y lujuria evidente, además de una cierta cuota de perversidad. Es obvio que su mente no solo está concentrada en el jugo exquisito que corre por sus labios … también lo está en su fantasía y la forma que empleará para hacerla realidad.
Lentamente, sin apuro alguno, arranca pequeños trozos del fruto y los paladea con fruición, mientras tanto la contemplo embebido en su belleza y seducción. A continuación, procede a deslizar lo que resta hasta el lugar en el cual se encuentra mi altar de adoración, donde después de empaparlo generosamente en sus fluidos lo trae a mis labios, que excitados capturan esa esencia divina que mi boca devora con singular avidez.
Mientras entrega la dádiva de su fuente prodigiosa, como invasión incontenible y deseada al mismo tiempo, el ciclo se repite una y otra vez, incluyendo sus comentarios mordaces, que pese a humillarme, me encienden cada vez más y anticipan mi entrega inexorable, que muy pronto vendrá hacia mi con toda la exigencia de placer por parte de la diva.
II.
Estaba tan encendido como ella y de tal condición solo era dable esperar un evento intenso y aún no vivido entre ambos.
— Quiero tenerte más excitado que nunca —dijo mi ama— mientras el fulgor de sus ojos traspasaba mis sentidos.
— Yo también lo quiero de ti —dije— tratando de esquivar la intensidad de su mirada. Al parecer las fresas y tu esencia me han provocado un deseo sin límites. Solo pienso en pertenecerte como quieras.
— Tus palabras me excitan aún más, pero quiero asegurar tu disposición a darme placeres intensos y muy prolongados. Para ello, quiero que te sometas a mi poder.
— Soy tuyo —tenlo por seguro—, le prometí, mientras notaba que un fuerte erección corroboraba lo encendido que me estaba poniendo.
Acto seguido, mi ama se acercó ondulando la belleza de su cuerpo sensual y con suma destreza desprendió la correa de mis pantalones, y después de correr el cierre, me ordenó que los bajara hasta situarlos a media pierna, no sin antes observar mi espolón en afán de combate.
— Al parecer mi actitud en esta tarde de fresas te motiva bastante, eso significa que voy por buen camino, susurró con tono bastante irónico. Ahora quiero que te arrodilles y me quites mi prenda más íntima con tus dientes y la mantengas en tu boca. Notarás nítido mi sabor y mi aroma.
A continuación, se sentó cómodamente en un sofá y me ordenó yacer en su regazo. Además, debería acariciar sus piernas con mi mano libre mientras durase el evento que vendría sobre mí. Luego me cogió fuertemente del cabello con su mano izquierda, mientras la derecha se aprestaba a iniciar una acción que habría de mostrar la magnitud de su poder. La piel blanca de mis carnes expuestas estaba a la espera.
La primera palmada descendió con fuerza hasta impactar el objetivo con bastante precisión. Me estremecí al contacto y no pude evitar una queja:
— ¡¡¡Ay!!!
— ¡No seas exagerado! —Me dijo con voz un tanto enronquecida. ¡Ahí tienes otro … y otro
— ¡¡¡Auuuuu!!! … Pese a tener su prenda íntima en mi boca no podía evitar las exclamaciones que me arrancaba en el momento que sus manos transmitían el calor ardiente de su cuerpo.
— Supieras lo exquisito que es pegarte, me dijo cada vez más excitada. Si pudieras observarte estarías en condiciones de ver el hermoso color que le estoy poniendo a tus nalgas. La próxima vez te haré probar mi cinturón de cuero. He visto cómo lo miras cada vez que lo uso, sinvergüenza.
— No te rías de mí, le repuse tan compungido como adolorido por su acción. Sin embargo, sentía que mi erección crecía a límites inconcebibles y que ella lo advertía claramente.
— ¡¡¡Paffff!!! Veo que te agrada tanto como a mí esta postura tan interesante, se burló mi Ama, pero sin poder evitar que un orgasmo inmenso la hiciera delirar de placer y con ello suspendiera la acción punitiva que estaba realizando. Después de un momento prolongado de suspenso, se recuperó para decirme que era suficiente y que ahora quería que me fuera a ese altar maravilloso que tiene entre sus piernas de diosa, donde debería beber de sus mieles, además de prodigarle caricias múltiples y sin reparar en los orgasmos tumultuosos que vendrían a su encuentro, todo lo cual debería captarlo mis sentidos como si fuesen un dádiva divina.
Hice tal como lo ordenó, pero ella estaba tan excitada que no fue suficiente.
¿Desean saber algo más de lo sucedido en esa tarde de fresas?
— Quiero tenerte más excitado que nunca —dijo mi ama— mientras el fulgor de sus ojos traspasaba mis sentidos.
— Yo también lo quiero de ti —dije— tratando de esquivar la intensidad de su mirada. Al parecer las fresas y tu esencia me han provocado un deseo sin límites. Solo pienso en pertenecerte como quieras.
— Tus palabras me excitan aún más, pero quiero asegurar tu disposición a darme placeres intensos y muy prolongados. Para ello, quiero que te sometas a mi poder.
— Soy tuyo —tenlo por seguro—, le prometí, mientras notaba que un fuerte erección corroboraba lo encendido que me estaba poniendo.
Acto seguido, mi ama se acercó ondulando la belleza de su cuerpo sensual y con suma destreza desprendió la correa de mis pantalones, y después de correr el cierre, me ordenó que los bajara hasta situarlos a media pierna, no sin antes observar mi espolón en afán de combate.
— Al parecer mi actitud en esta tarde de fresas te motiva bastante, eso significa que voy por buen camino, susurró con tono bastante irónico. Ahora quiero que te arrodilles y me quites mi prenda más íntima con tus dientes y la mantengas en tu boca. Notarás nítido mi sabor y mi aroma.
A continuación, se sentó cómodamente en un sofá y me ordenó yacer en su regazo. Además, debería acariciar sus piernas con mi mano libre mientras durase el evento que vendría sobre mí. Luego me cogió fuertemente del cabello con su mano izquierda, mientras la derecha se aprestaba a iniciar una acción que habría de mostrar la magnitud de su poder. La piel blanca de mis carnes expuestas estaba a la espera.
La primera palmada descendió con fuerza hasta impactar el objetivo con bastante precisión. Me estremecí al contacto y no pude evitar una queja:
— ¡¡¡Ay!!!
— ¡No seas exagerado! —Me dijo con voz un tanto enronquecida. ¡Ahí tienes otro … y otro
— ¡¡¡Auuuuu!!! … Pese a tener su prenda íntima en mi boca no podía evitar las exclamaciones que me arrancaba en el momento que sus manos transmitían el calor ardiente de su cuerpo.
— Supieras lo exquisito que es pegarte, me dijo cada vez más excitada. Si pudieras observarte estarías en condiciones de ver el hermoso color que le estoy poniendo a tus nalgas. La próxima vez te haré probar mi cinturón de cuero. He visto cómo lo miras cada vez que lo uso, sinvergüenza.
— No te rías de mí, le repuse tan compungido como adolorido por su acción. Sin embargo, sentía que mi erección crecía a límites inconcebibles y que ella lo advertía claramente.
— ¡¡¡Paffff!!! Veo que te agrada tanto como a mí esta postura tan interesante, se burló mi Ama, pero sin poder evitar que un orgasmo inmenso la hiciera delirar de placer y con ello suspendiera la acción punitiva que estaba realizando. Después de un momento prolongado de suspenso, se recuperó para decirme que era suficiente y que ahora quería que me fuera a ese altar maravilloso que tiene entre sus piernas de diosa, donde debería beber de sus mieles, además de prodigarle caricias múltiples y sin reparar en los orgasmos tumultuosos que vendrían a su encuentro, todo lo cual debería captarlo mis sentidos como si fuesen un dádiva divina.
Hice tal como lo ordenó, pero ella estaba tan excitada que no fue suficiente.
¿Desean saber algo más de lo sucedido en esa tarde de fresas?