Nos encontramos en un bar. Un territorio neutral en la ciudad, de esos a los que solteros y solteras asisten buscando ligarse a alguien. “The meat market” le llamaban a estos sitios en Canadá; siempre frecuentados por gente bella y exitosa para ver y dejarse ver.
Si eres mujer, no pueden faltar los tacones altos, el look sensual, el seductor lenguaje corporal de “mírame, soy lo mejor que podría pasar por tu vida”, y la actitud de “soy Diosa”, aunque la mayoría en realidad no se lo crea.
La música estaba fuerte, esto siempre es así en este tipo de lugares -obliga a los asistentes al acercamiento físico para lograr entenderse-. Ella era atractiva, un tipo de belleza exótica de esas que sólo se gestan en latitudes caribeñas. Cuerpo definido, pechos ideales, erguidos, apetitosos… no pude apartar la mirada… ella lo notó. Su vestido dejaba al descubierto más de lo que era prudente imaginar. Sin embargo tenía clase, y eso es algo que encuentro sumamente seductor.
La vi y entendí que era una AMA. Ella me vio y pensó lo mismo. Mi novio sumiso coordinó el encuentro (no deseo dar mayores detalles pero él sabe muy bien de quien estoy hablando). Estoy segura de la angustia que le suponía este encuentro (sabe en carne propia que la AMA con la que me voy a reunir se las trae, sabe además que se especializa en mujeres y de alguna manera teme que me proporcione un tipo de placer que él jamás podrá lograr).
En ciertos momentos he vestido a mi novio sumiso de mujer. Le he feminizado. Me divierto comprándole ropa interior e imaginándome las escenas venideras. Ver su culo de putita mojado mientras aparto con mi mano sus bragas es una imagen muy sugerente para mí. Él entiende que debe sentirse y darme placer como una lesbiana lo haría.
Se excita, además, con la idea de ser cornudo. Yo tengo el derecho de estar con el hombre o la mujer que desee, mientras él resignado me ayuda a prepararme para una noche de sexo, o luego me limpia el semen con sus labios, tal como ya lo he comentado.
Tiene miedo de que prefiera a una ama real. Hasta ahora sólo me he topado con chicas que no han representado ningún tipo de temor para él (sumisas, esclavas, putitas, perritas), incluso he fantaseado con algunas que lo ven con admiración, y tan baja estima se tienen que serían sumisas de mi sumiso. También he tenido muchas ofertas de esclavos, es lo que más abunda. Hombres que me desean, se masturban, y estarían dispuestos a tomar el puesto de mi novio sumiso quizá con mayor grado de entrega que él. Sin embargo esta noche, el encuentro es distinto, tiene otra connotación.
Era un juego muy seductor, las dos hacíamos gala de nuestra mejor actitud. Igual de erguidos se encontraban nuestros pezones… mojados nuestros coños. La conversación se tornó desde un comienzo interesante, con el pasar de las horas y de los tragos, podríamos calificarla de caliente.
Decidimos irnos de allí a un sitio más privado. Yo quise estar en su territorio. Me interesaba conocerla más, saber cómo era su entorno, hacerla sentir cómoda, en control de la situación. Estando allí, ella creyó que me iba a deslumbrar con el lujo, poco se imaginaba la vasta costumbre que tengo en ese tipo de ambientes.
Le pedí un trago. Ella asumió que era para calmar mis nervios. Yo me fingí ingenua, sosegada, a veces hasta tímida, dejando aflorar su mejor don de Ama.
Ella, seductora, controlaba la situación. La media luz hacía las formas más sugerentes, los movimientos más sensuales y femeninos. Tomó mi copa de vino, la apoyó sobre la mesa, rozó con su mano mi pecho y me besó. Ella cedió. Con ese gesto entregó su poder. La tensión sexual se había mantenido toda la noche y ella fue la primera en hacer blink.
Yo permanecí por unos segundos impávida, fingiendo total frigidez. Ella, en su infinita autoestima, lo interpretó como timidez. Bajó a mis senos, me besó los pezones por encima de la blusa. La tela era tan suave que de inmediato quedó húmeda y mis pezones erectos lucieron al descubierto. Ella pensó que estaba yo lista.
Metió su mano por debajo de mi falda. No hizo falta recorrer mucha tela, se encontró con un coño húmedo, excitado, hinchado de placer. Metió sus dedos, sintió el calor.
Tomé su mano e hice que enterrara con más fuerzas sus dedos. Mi coño húmedo los recibió con placer. Las paredes internas se contrajeron. Los dedos recibieron un apretón. Ella quedó sorprendida. Me vio a los ojos, y yo, altiva, sostuve la mirada. Sin quitarle la vista contraje otra vez los músculos de mi coño, y muy lentamente sintió que me follaba sus dedos. Los apreté una y otra vez al ritmo que me dictó el antojo.
La tela húmeda de su falda delató la excitación de su coño. Yo, así de fácil, sentí ganado el territorio.
Recordé en ese momento al sumiso de mi novio. Paré el juego sexual y le dije que debíamos llamar. Habíamos acordado dejar el teléfono abierto para que escuchara todo cuanto iba a suceder y así lo hicimos. Ella pensó que había recobrado su territorio, pero nada más lejos de la verdad.
De los pechos y el coño, pasamos al culo. No fue un juego de dominación – sumisión, más bien una contienda ecuánime. Las dos sabíamos muy bien qué hacer. Nos excitaba saber que ambas habíamos sido amas del mismo sumiso que atento escuchaba nuestros gemidos en el teléfono, mientras sentía su polla explotar. Él no lograba identificar el origen de los gritos, mientras se perturbaba pensando en que su actual ama cayera en el dominio de quien había sido su primera… como yo dije, nada más lejos de la verdad.
Si eres mujer, no pueden faltar los tacones altos, el look sensual, el seductor lenguaje corporal de “mírame, soy lo mejor que podría pasar por tu vida”, y la actitud de “soy Diosa”, aunque la mayoría en realidad no se lo crea.
La música estaba fuerte, esto siempre es así en este tipo de lugares -obliga a los asistentes al acercamiento físico para lograr entenderse-. Ella era atractiva, un tipo de belleza exótica de esas que sólo se gestan en latitudes caribeñas. Cuerpo definido, pechos ideales, erguidos, apetitosos… no pude apartar la mirada… ella lo notó. Su vestido dejaba al descubierto más de lo que era prudente imaginar. Sin embargo tenía clase, y eso es algo que encuentro sumamente seductor.
La vi y entendí que era una AMA. Ella me vio y pensó lo mismo. Mi novio sumiso coordinó el encuentro (no deseo dar mayores detalles pero él sabe muy bien de quien estoy hablando). Estoy segura de la angustia que le suponía este encuentro (sabe en carne propia que la AMA con la que me voy a reunir se las trae, sabe además que se especializa en mujeres y de alguna manera teme que me proporcione un tipo de placer que él jamás podrá lograr).
En ciertos momentos he vestido a mi novio sumiso de mujer. Le he feminizado. Me divierto comprándole ropa interior e imaginándome las escenas venideras. Ver su culo de putita mojado mientras aparto con mi mano sus bragas es una imagen muy sugerente para mí. Él entiende que debe sentirse y darme placer como una lesbiana lo haría.
Se excita, además, con la idea de ser cornudo. Yo tengo el derecho de estar con el hombre o la mujer que desee, mientras él resignado me ayuda a prepararme para una noche de sexo, o luego me limpia el semen con sus labios, tal como ya lo he comentado.
Tiene miedo de que prefiera a una ama real. Hasta ahora sólo me he topado con chicas que no han representado ningún tipo de temor para él (sumisas, esclavas, putitas, perritas), incluso he fantaseado con algunas que lo ven con admiración, y tan baja estima se tienen que serían sumisas de mi sumiso. También he tenido muchas ofertas de esclavos, es lo que más abunda. Hombres que me desean, se masturban, y estarían dispuestos a tomar el puesto de mi novio sumiso quizá con mayor grado de entrega que él. Sin embargo esta noche, el encuentro es distinto, tiene otra connotación.
Era un juego muy seductor, las dos hacíamos gala de nuestra mejor actitud. Igual de erguidos se encontraban nuestros pezones… mojados nuestros coños. La conversación se tornó desde un comienzo interesante, con el pasar de las horas y de los tragos, podríamos calificarla de caliente.
Decidimos irnos de allí a un sitio más privado. Yo quise estar en su territorio. Me interesaba conocerla más, saber cómo era su entorno, hacerla sentir cómoda, en control de la situación. Estando allí, ella creyó que me iba a deslumbrar con el lujo, poco se imaginaba la vasta costumbre que tengo en ese tipo de ambientes.
Le pedí un trago. Ella asumió que era para calmar mis nervios. Yo me fingí ingenua, sosegada, a veces hasta tímida, dejando aflorar su mejor don de Ama.
Ella, seductora, controlaba la situación. La media luz hacía las formas más sugerentes, los movimientos más sensuales y femeninos. Tomó mi copa de vino, la apoyó sobre la mesa, rozó con su mano mi pecho y me besó. Ella cedió. Con ese gesto entregó su poder. La tensión sexual se había mantenido toda la noche y ella fue la primera en hacer blink.
Yo permanecí por unos segundos impávida, fingiendo total frigidez. Ella, en su infinita autoestima, lo interpretó como timidez. Bajó a mis senos, me besó los pezones por encima de la blusa. La tela era tan suave que de inmediato quedó húmeda y mis pezones erectos lucieron al descubierto. Ella pensó que estaba yo lista.
Metió su mano por debajo de mi falda. No hizo falta recorrer mucha tela, se encontró con un coño húmedo, excitado, hinchado de placer. Metió sus dedos, sintió el calor.
Tomé su mano e hice que enterrara con más fuerzas sus dedos. Mi coño húmedo los recibió con placer. Las paredes internas se contrajeron. Los dedos recibieron un apretón. Ella quedó sorprendida. Me vio a los ojos, y yo, altiva, sostuve la mirada. Sin quitarle la vista contraje otra vez los músculos de mi coño, y muy lentamente sintió que me follaba sus dedos. Los apreté una y otra vez al ritmo que me dictó el antojo.
La tela húmeda de su falda delató la excitación de su coño. Yo, así de fácil, sentí ganado el territorio.
Recordé en ese momento al sumiso de mi novio. Paré el juego sexual y le dije que debíamos llamar. Habíamos acordado dejar el teléfono abierto para que escuchara todo cuanto iba a suceder y así lo hicimos. Ella pensó que había recobrado su territorio, pero nada más lejos de la verdad.
De los pechos y el coño, pasamos al culo. No fue un juego de dominación – sumisión, más bien una contienda ecuánime. Las dos sabíamos muy bien qué hacer. Nos excitaba saber que ambas habíamos sido amas del mismo sumiso que atento escuchaba nuestros gemidos en el teléfono, mientras sentía su polla explotar. Él no lograba identificar el origen de los gritos, mientras se perturbaba pensando en que su actual ama cayera en el dominio de quien había sido su primera… como yo dije, nada más lejos de la verdad.
En realidad me sorprendes, kleí tu articulos anterior y pensé qué puede ser mejor. Igual pienso que es esto. Soy de Panamá, tengo ama y juntos leemos tu blog, llevamos 3 días en eso. Llegamos del trabajo viendo qué de nuevo has publicado.
ResponderEliminarNos topamos con el blog por el FB, y creo que esta noche tendremos el placer que hace tiempo no tenemos, gracias AMADIOSA.
me imagino en la posición de tu novio sumiso y de inmediato siento una erección. Me imagino mujer a mujer, ama con ama, y estallo de placer. Me guataría tener dos amas sometiendome. Sentir ese placer infinitp. Pero gracias a lo que escriubes, me imagino a unba ama tan superior que sea capaz de someter a otra ama. Amadiosa, en ti se centran algunas de mis fantasiuas.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, te habla, Ma. A.
ResponderEliminarYo no sé muy bien de qué hablan, no sé si estoy en esa órbita o no, lo unico que sé, es que te leo y siento unas ganas enormes de masturbarme.
Te leo porque vi que agregaste a una amiga, esa sí es una perrita, y de allí en adelante me quedé engolatinada.
Visita mi blog http://amadiosa.blogspot.com/ y hABLAMOS
Hola te habla marquitos.....me volvi loco con la historia que relataste, me masturbe mucho. Me hubiera gustado un final en el que las dos Ama se follan al novio sumiso!!!!
ResponderEliminarno quiero ser anonimo...marquitos@live.com.ar
perdon marquitos79@live.com.ar
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