viernes, 23 de octubre de 2009

De compras con mi perro


Me excitan los hombres que, sumisos, se humillan en público.

sábado, 17 de octubre de 2009

Hipnosis de los sumisos: deliciosa obsesión




Hoy, follándome a mi sumiso, viéndole tan excitado, no pude dejar de pensar en lo mucho que me gusta la especie de hipnosis en la que entran los sumisos. El mío hasta corta su respiración. Las venas se le marcan, los ojos se le prensan y entreabre sus labios. Hasta cambia el ritmo de su respiración. Se queda paralizado.
Por momentos parece que pierde el alma, pero luego regresa y comienza a hacer explícita su sumisión. Susurra, gime, grita. Me excita el momento en el que me mira y me reconoce AMA. Y ruega y me alaba... Es un acto de entrega absoluta. En ese momento no importa el mundo. No hay trabajo, no hay amigos, no hay familia. Sólo existe su AMA haciéndole el favor de follárselo. Es un momento sólo nuestro que muy poca gente podría entender, un momento que me hace quererle. Sí, quererle, quererle sumiso, débil, desprovisto de toda voluntad. Entregado a mis órdenes.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Mi nuevo juguete sexual...




Hoy, después de muchos días de ausencia decido regresar. No me gusta escribir por escribir. Mi alma bloguera de AMA estaba apaciguada, dedicada a vivir, a experimentar. Embriagada de novedad no había tenido la disposición de compartir con ustedes.
Mi atención ha estado acaparada por nuevas vivencias, nuevos amigos, nuevas palabras, nuevo todo. Nuevas formas de follar a mi sumiso y darme cuenta del inmenso poder que tengo sobre su sexo.
Noche tras noche compruebo que su virilidad se ve reducida a la actuación de mi coño. Sé exactamente qué movimientos hacer para que acabe de inmediato; podría convertirlo en eyaculador precoz por hábito y costumbre, pero en cambio le pido que se esfuerce y me folle hasta que yo así lo decida. Debo reconocer que lo hace con talento.
En los últimos meses he transformado mi coño en un instrumento masturbatorio de lo más eficiente. En cuestión de minutos le vuelvo completamente loco. En cuanto soy yo quien le folla, el tiempo comienza a correr en cuenta regresiva. Explota sin control, desbordado, agitado, extasiado.
Hemos desarrollado un tipo de relación que nos llena. Él se siente tan feliz que me ha dado un regalo.
Mientras escribo estas líneas una lengua recorre mi clítoris. Bordea suavemente los pliegues, succiona, sopla y empuja. Traga mis fluidos con placer y hace que se generen más. No es la boca de mi novio, no, no sería igual de excitante contarlo. Es la boca de un nuevo amigo, el regalo que antes les mencionaba. Mi nuevo juguete sexual.
Este chiquito que está conmigo fue reclutado por mi novio sumiso. Hace gala de un cuerpo perfecto y una polla grande que me hizo salivar tan pronto me fijé en ella. Se ve apetitosa. Definitivamente un casting acertado.
Lo tengo acá para que me folle cuándo y cómo yo quiera.
Mi novio está en la habitación de al lado. No puede ver, no de momento. Tan sólo escuchar el ruido de las teclas ahogado en el que producen mis líquidos empapando la boca de mi amante. Los dos están erectos. Uno por saber que me folla en frente de mi novio, y este último por saberme follada. Uno por creerse maestro –cree que folla mejor que mi sumiso- y otro porque aunque humillado, se siente feliz de saber que disfruto con su regalo.
Me excita pensar en lo ansioso que se pone. Puedo escuchar su voz interna pensando una y otra vez en lo mucho que le gustaría ver. Le digo que venga, que se mantenga vestido pero que venga. Aparece de inmediato. Le acuesto en el piso, me coloco encima de él. Sentada sobre su cara, cortándole por momentos la respiración al tiempo que le como la polla a mi amante. Al moverme, puede apreciar cómo su diosa rellena su boca de polla. Cómo la agarra, la engulle, la chupa. Le gustaría ser el dueño de esa polla y sentirse así de deseado, pero se conforma con servir de asiento y procurarme placer con su lengua.
Mi amante se arrodilla y yo me incorporo. Sigo chupando, sólo que ahora la visión es absoluta, completa. Se asombra con el tamaño de la polla. Es imponente. Es deliciosa, le digo mirándole a los ojos. Mi novio sonríe complacido al verme feliz. Yo agarro impulso y me la como completa hasta que siento la necesidad de apartarme y dejarle acabar. El semen cae, no en el piso, ni en la alfombra. Cae sobre los pantalones de mi novio, sobre una suave tela que esconde su polla erguida, adolorida ya de tanto placer.